domingo, 8 de junio de 2008

TRATAMIENTOS CONTRA EL CÁNCER-ALOPECIA Y CAIDA DEL CABELLO

ALOPECIA Y CAIDA DEL CABELLO

TRATAMIENTOS CONTRA EL CÁNCER


La cirugía: Es el método más empleado para aquellos tumores pequeños y localizados en un lugar concreto. Para que sea completamente eficaz se precisa extirpar parte del tejido que rodea el tumor para asegurar así que todas las células cancerosas han sido extirpadas.




La radioterapia: Utiliza partículas de alta energía capaces de penetrar al cuerpo. A través de una máquina, llamada acelerador lineal, se genera y dirigen esas partículas hacia el lugar concreto donde se tengan que aplicar. Las demás zonas del cuerpo se protegen para no recibir la radiación.

La radioterapia utiliza partículas similares a los rayos X, que se utilizan para hacer una radiografía normal, lo que ocurre es que en éstas últimas, la cantidad suministrada es muy pequeña.

Las células cancerosas son especialmente sensibles a la radiación.
El patólogo es quien decide la zona exacta donde suministrar los rayos. La zona exacta del tumor se habrá localizado a través de pruebas diagnósticas como radiografías, biopsias, etc.

La radioterapia puede utilizarse como tratamiento único en aquellos casos en que los tumores sean especialmente sensibles a la radiación y no haya señales de que se haya extendido hacia ningún otro lugar.

Puede emplearse como tratamiento supletorio a la cirugía, para aplicarlo previamente a ésta, y disminuir así el tamaño del tumor y que sea más fácil su extirpación.

El tratamiento conjunto de radioterapia y quimioterapia se utiliza también con frecuencia. A veces, el empleo de quimioterapia antes de la radioterapia hace a las células cancerosas más sensibles a la radiación. Otras se emplea la radioterapia después de la quimioterapia para asegurar la eliminación de todas las células cancerosas.

El paciente tendrá que ir, de forma ambulatoria, a la clínica u hospital donde le administren la radioterapia. La duración de cada sesión son unos veinte minutos. El enfermo estará solo en una sala aislada para que las radiaciones no se propaguen. Las zonas donde se tiene que aplicar la radioterapia estarán marcadas y las demás se protegerán de la radiación. Después de la sesión, el paciente podrá marcharse a su casa.La quimioterapia consiste en el empleo de medicinas para tratar el cáncer. Son medicamentos cuya función es eliminar, dañar o retrasar el crecimiento de las células cancerosas.


La quimioterapia: Actúa sobre las células que se dividen con gran rapidez, que es lo que suelen hacer las cancerosas. Pero también existen otras células, que no son cancerosas y que también se dividen de forma rápida.
Algunos medicamentos quimioterápicos actúan interrumpiendo la fase donde la célula cancerosa se divide y esto hace que el tiempo de crecimiento sea mayor y que la célula muera.
En los últimos años, se están empleando combinaciones de quimioterápicos porque se ha comprobado que su acción conjunta es más eficaz para destruir el cáncer.

Se suelen combinar medicamentos anticancerígenos con modos de acción distintos y capacidad para producir efectos diferentes.

Hay tratamientos que contienen un medicamento que interviene en una fase de la célula, otro que interviene en otra fase y una hormona que cambia las condiciones externas a las células.

Estas combinaciones pretenden ser más eficaces sobre las células cancerosas y menos dañinas para las células normales.

Los medicamentos quimioterápicos pueden administrarse de diferentes formas: a través de un comprimido por vía oral; mediante un suero o inyección intravenosa; por inyección intramuscular o mediante una inyección a través de una punción en la médula ósea.

El trasplante de médula ósea: Se realiza cuando se ha producido un daño en la médula ósea que le impida realizar las funciones que, antes de la quimioterapia, estaba realizando. Estas funciones consisten en la formación de las células sanguíneas, papel fundamental para la vida humana.

La quimioterapia se administra para destruir las células cancerosas pero, al mismo tiempo, puede dañar la médula ósea y otros órganos. Por esto generalmente no se suelen utilizar dosis muy elevadas.

Cuando el cáncer no desaparece con una dosis moderada de quimioterapia y se requiere, para la curación, administrar otra mucho mayor, junto con el empleo en ocasiones de radioterapia, será necesario realizar un trasplante de médula ósea porque ésta va a ser destruida por la quimioterapia.

A la administración de quimioterapia previa al trasplante, se le denomina acondicionamiento.

Con este trasplante se administra células madre que son productoras de las células que forman la sangre.


Las células madre se pueden conseguir directamente de la médula ósea o de la sangre periférica.

Si se extraen de la médula, habrá que realizar múltiples aspiraciones en los huesos de la cadera (crestas iliacas) bajo anestesia general.

En la médula ósea existe una célula madre por cada 2.000 células, para conseguir un número suficiente de células madre hay que extraer casi un litro de médula, por este motivo hay que realizar múltiples pinchazos y el paciente tiene que estar anestesiado.

Otro método consiste en emplear citoquinas, que son una especie de "hormonas de la médula ósea" que hacen salir las células madre a la sangre periférica y son recogidas con unos separadores celulares mediante un procedimiento denominado aféresis o leucoféresis, a través de una máquina similar a la de diálisis.

Una vez extraídas, se colocan en una bolsa de transfusión para administrarlas por vía intravenosa al paciente compatible o bien se congela a -200º C, en el caso de trasplante autólogo.

Cuando la médula se introduce en el interior del torrente sanguíneo a través de un catéter central, estas células madre se dirigen hacia las cavidades de los huesos donde implantan, maduran y se multiplican. Así el paciente puede producir de nuevo células sanguíneas sanas.

En ocasiones, este procedimiento supone la única posibilidad de curación para algunos pacientes con leucemia u otras enfermedades como aplasia medular, mieloma múltiple, linfoma maligno, talasemia mayor, etc. ...

Existen dos tipos de trasplante de células madre, el alogénico y el autológico.

Se habla de trasplante alogénico cuando las células que se trasplantan, sean de médula ósea o de sangre periférica, son de un donante, familiar o no, cuyo tipo tisular es casi idéntico al del paciente.

El trasplante autólogo consiste en obtener médula ósea del propio paciente, mientras la enfermedad está en remisión, para mantenerla congelada y realizar el trasplante después de aplicarle al paciente una dosis alta de quimioterapia.

Este tipo de trasplante se realiza cuando no existe un posible donante o se considera que el riesgo es muy elevado con el trasplante alogénico, por el posible rechazo que pueda sufrir el paciente.

Si no tiene un hermano gemelo, las posibilidades de conseguir un donante compatible no son superiores al 35%.

El trasplante autólogo: Tiene menos riesgos que el alogénico al no existir el rechazo. Sin embargo, hay mayor índice de recidivas porque es posible que al extraer la médula del propio paciente quede alguna célula cancerosa que produzca después del trasplante que la enfermedad reaparezca.

Una vez que se ha realizado el trasplante, la médula tarda en reconstituirse unas 3-4 semanas. Durante este período, denominado aplasia, el paciente no posee un número de células sanguíneas suficiente como para mantenerse con vida. Debido a esto, el riesgo de sufrir infecciones o hemorragias es elevado, por lo que debe permanecer en el hospital, para recibir transfusiones, antibióticos o tratamientos para estimular el crecimiento de los granulocitos.




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